Emprendedores Y El Espíritu Olímpico

Antes de empezar, quiero dejar meridianamente claro que no soy un deportista de élite. Más bien todo lo contrario.

No tienes más que ver una foto mía en bañador – prestando especial atención a la zona abdominal – para darte cuenta de ello. Y no, gracias por preguntar, pero por el momento no tengo previsto compartir esa imagen. Quizás incluso te daría pesadillas.

Vale que hago deporte con cierta regularidad, eso sí.

Procuro visitar mi gimnasio tres o cuatro veces a la semana (por prescripción médica no por otra cosa), donde hago aproximadamente 45 minutos de cardio y otros 20 ó 30 minutos de cosas aleatorias. También hago surf en verano, y a principios de año solemos ir a la nieve donde disfruto dejándome caer ladera abajo con mi snowboard.

Poco más. No me ha picado la mosca de correr por el monte como las cabras montesas (por el momento), ni corro maratones, ni me han hecho estudios biomecánicos de pisada. Por cierto, eso me recuerda que tengo los pies fatal. Encima.

Tampoco te creas que soy uno de esos deportistas de sofá. Más allá del típico Real Madrid-Barça o un derbi madrileño, no disfruto especialmente viendo competiciones deportivas en la tele. Me canso sólo de verlo.

Como ves, querido Lector, soy un deportista “por obligación” y procuro hacer lo mínimo indispensable para no caer fulminado de un ataque al corazón antes de los 50 años. Sin embargo tengo que confesarte que este verano he pasado muchas horas – muchísimas – pegado al televisor viendo los Juegos Olímpicos de Río.

Déjame que te explique por qué.

Como bien sabes ya a estas alturas, me encanta extraer pequeñas lecciones de mis peripecias cotidianas y compartirlas contigo aquí en el blog y en La Academia de Marketing Online; el podcast sobre marketing digital, negocios en Internet, emprendimiento y superación personal que puedes escuchar gratuitamente aquí en iTunes o en iVoox.

Por cierto, ya que estás, si te gusta el programa y no lo has hecho todavía te agradecería enormemente si pudieras tomarte un par de minutos para dejarme una valoración de 5 estrellas en iTunes o un Me Gusta en iVoox. Gracias por adelantado, y ahora volvamos a nuestra programación habitual…

Según mi experiencia (y hazme caso porque llevo ya unos cuantos años haciendo esto) algunas de las lecciones más importantes sobre marketing digital, negocios, emprendimiento y la mentalidad del éxito se pueden aprender observando lo que sucede a nuestro alrededor en el día a día.

Tan fácil como eso. Simplemente hay que prestar atención, y en este episodio del podcast tienes un ejemplo perfecto.

El caso es que cuantos más minutos pasaba viendo los Juegos Olímpicos y más iba aprendiendo sobre la vida de los atletas, más me enganchaba.

Resulta que eso que llaman “El Espíritu Olímpico” – una frase bastante cursi, así a bote pronto – es tremendamente parecido (por no decir idéntico) al espíritu emprendedor.

Casualidades de la vida.

Y entonces empezaron a interesarme más las Olimpiadas.

Mentalidad del Emprendedor
El Espíritu Olímpico y la Mentalidad del Emprendedor

Vamos a ver algunas de esas similitudes entre el espíritu Olímpico y la filosofía del emprendedor, a ver si podemos aprender algo interesante. Yo creo que sí.

Perseguir un sueño

La primera similitud que detecté entre el espíritu Olímpico y el emprendimiento – entre el Olimpista y el emprendedor – es que en ambos casos se persigue un sueño que la inmensa mayoría de las personas consideran imposible de realizar.

Lo que para muchas personas es una alucinación absolutamente inalcanzable, para el atleta Olímpico y para el emprendedor es una visión; no simplemente un sueño irrealizable (todo el mundo tiene sueños) sino una visión o un objetivo vital que moldea todos los aspectos de tu existencia.

Una visión por la que estás dispuesto a luchar, o morir en el intento. Todo lo demás pasa a un segundo plano, y tu única misión en la vida es perseguir ese sueño. Es tu razón de ser.

Supongo que las primeras reacciones de muchos amigos y familiares de Carolina Marín cuando comunicó su intención de dedicarse profesionalmente al bádminton (mira que hay deportes) en lugar de buscarse un trabajo “normal” como todo el mundo fueron similares a los que recibimos los emprendedores cuando decidimos optar por un camino poco convencional; el camino de forjar nuestro propio destino.

Pensamiento del Emprendedor
Imagen cortesía de LaRegion.es

Inmediatamente me sentí identificado con muchos deportistas – especialmente los que se dedican profesionalmente a deportes menos populares. Esos que tienen que pagar su propio chándal o su propio billete de avión a las competiciones porque la federación correspondiente no tiene presupuesto.Ser futbolista, tenista o jugador de baloncesto profesional es aceptable – como lo puede llegar a ser montar un restaurante o una tienda – pero eso de querer dedicarse “full-time” al bádminton, al piragüismo o al salto de altura es como decir que quieres vivir de tu página web, de tu podcast o de tu canal de YouTube (aquí tienes el mío, por si quieres verme hablando de estas cosas en persona).

Las miradas, los cuchicheos y lo que dirán de ti – a tu cara y a tus espaldas – es prácticamente idéntico en ambos casos, y estoy seguro de que el emprendedor se siente identificado con esas lágrimas de alegría que chorrean por la cara de los olimpistas cuando alcanzan el podio.

Nunca se tira la toalla

Ruth Beitia – nuestra medallista de oro en salto de altura – anunció su retirada del deporte profesional después de obtener un cuarto puesto y quedarse fuera del podio en los Juegos Olímpicos de Londres.

La retirada duró poco (apenas tres meses) y en Río 2016 la tetracampeona europea llegó a lo más alto del cajón con 37 años.

Nunca tiró la toalla, y decidió enjuagarse el sabor agridulce de los juegos de Londres intentándolo una vez más.

Victoria Del Emprendedor
Imagen cortesía de El Español

Si no alcanzas el podio en esta ocasión – si no eres capaz de generar el tráfico o los ingresos que esperabas en tu proyecto – lo has intentado con todas tus fuerzas, y lo seguirás intentando tantas veces como haga falta. El emprendedor – al igual que esa atleta que nunca se terminó de retirar – lo sigue intentando hasta que físicamente resulta imposible. Entonces se plantea dejarlo, pero no antes.

Aprenderás de tus errores – porque en esas equivocaciones están las claves de la superación y el éxito – y volverás a luchar por aquello que deseas.

Porque tanto en el deporte Olímpico como en el emprendimiento, el verdadero fracaso es no intentarlo. El verdadero fracaso es echar la vista atrás dentro de 20 ó 30 años y arrepentirte por todas aquellas cosas que ni siquiera intentaste.

Los hábitos de un campeón

Cuando el despertador de Michael Phelps empezó a sonar en la Villa Olímpica de Pekín a las 06:30 a.m. del 13 de agosto de 2008, se desencadenó exactamente la misma rutina que el nadador había venido siguiendo desde que comenzó a competir profesionalmente a los 12 años.

En primer lugar, apagó el despertador de inmediato (un pequeño detalle que bien podrían poner en práctica mis queridos y lunáticos vecinos de arriba. No terminan de entender que no todos debemos despertarnos a la misma hora).

Se arrastró de la cama, se puso la misma vieja camiseta de siempre, los mismos pantalones gastados del chándal, y bajó a desayunar.

A las 07:00 a.m. en punto Phelps ya estaba en la cafetería y comenzó a engullir huevos, harina de avena y cuatro batidos energéticos, metiéndose en el cuerpo las primeras calorías de las 6.000 que consumiría durante las próximas 16 horas.

Exactamente igual que cualquier otro día de competición.

La primera competición del día – los 200 metros mariposa, una de las especialidades de Phelps – comenzaba a las 10:00 a.m. de forma que dos horas antes del pistoletazo de salida el nadador empezó su rutina de estiramientos.

A las 08:30 a.m. se zambulló en la piscina y comenzó su rutina de calentamiento: 800 metros de estilos mixtos, seguidos de 600 metros de trabajo de piernas, 400 metros de trabajo de brazos, 200 metros de estilos mixtos y una serie de sprints de 25 metros para elevar la frecuencia cardiaca.

El calentamiento (que dejaría a la mayoría de las personas normales postradas en la cama con agujetas durante varios días) duró exactamente 45 minutos.

A las 09:15 a.m. Phelps abandonó la piscina y comenzó la rutina de 20 minutos para ponerse su ajustadísimo traje LZR Racer de Speedo con el que solía competir.

Después, se puso sus auriculares y comenzó a escuchar la misma secuencia de música hip-hop que escuchaba antes de cada carrera hasta que anunciaron su nombre por la megafonía. Subió a su banco de salida para inmediatamente volver a descender, hizo tres rotaciones de hombros, subió nuevamente al banco y tomó la posición de salida.

Hábitos Del Emprendedor
Imagen cortesía de Rockingandrunning.com

Phelps estaba tranquilo y relajado a pesar de encontrarse a más de 12.000 Km. de casa, porque la situación le era absolutamente familiar. Había hecho exactamente lo mismo que hacía antes de cualquier competición.Rutina, rutina, rutina. Hábitos.

Como explica el autor Charles Duhigg en su fantástico libro El Poder de los Hábitos de donde he extraído esta historia, Phelps ganó la carrera porque siguió exactamente la misma rutina que había seguido en miles de carreras que había ganado previamente. Su mente estaba acostumbrada a asociar toda esa rutina con la victoria. De hecho, la victoria era simplemente una consecuencia directa de esa rutina.

Finalmente Michael Phelps obtuvo 8 medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín. En Río, el que a la postre se convertiría en el deportista más laureado en la historia de los Juegos Olímpicos superó su propia leyendo sumando 6 medallas más para alcanzar un total de 28 medallas Olímpicas (23 de oro).

En las propias palabras de Phelps, “si quieres ser el mejor, tienes que hacer cosas que otras personas no están dispuestas a hacer”. Y una de esas cosas es precisamente establecer una rutina y unos hábitos que te conduzcan al éxito.

La rutina y los hábitos no son más que regularidad. Independientemente de si estás construyendo un blog, un canal de YouTube, un podcast o cualquier otro tipo de negocio digital, la regularidad es una pieza crítica. Puedes ir más rápido o puedes ir más lento, pero la clave es seguir adelante y no faltar a tu cita.

Escribir un post, grabar un podcast, interactuar con tus Usuarios… Los hábitos y las rutinas son el corazón de cualquier negocio.

Si eres un Oyente habitual de La Academia de Marketing Online, estoy seguro de que no es la primera vez que escuchas este mensaje, ¿verdad?

No es fácil publicar un nuevo artículo en tu blog o un nuevo episodio en tu podcast cada semana.

No es fácil leer y responder a todos y cada uno de los mensajes de tu Audiencia.

No es fácil perseverar y seguir adelante cuando estás cansado y cuando no ves los resultados que esperabas en el tiempo que tenías previsto.

Pero en el emprendimiento – al igual que en el deporte de élite – esa tenacidad y esos hábitos son los que conducen al éxito.

La perseverancia significa apretar los dientes y seguir caminando hacia adelante, incluso (o más bien, especialmente) cuando las cosas no salen como uno esperaba.

Significa creer en nuestras posibilidades, aunque nadie más lo haga. Al fin y al cabo, si nosotros no creemos en nosotros mismos ¿cómo lo va a hacer un tercero?

Significa clavar los codos y crear contenidos de alto valor añadido para nuestros Usuarios de forma periódica – posts, podcasts o vídeos que genuinamente ayuden a solucionar un problema o resolver una frustración – aunque no siempre nos apetezca.

Aunque inicialmente nadie nos lea. Aunque pensemos que no somos más que una diminuta gota de agua en la inmensidad del océano o un granito de arena en el desierto.

Tu fortaleza mental y tus ganas de triunfar se demuestra, precisamente, haciendo aquello que otros no están dispuestos a hacer. Incluyendo diseñar tu propia rutina del éxito y cumplirla a rajatabla.

Cuestión de percepción

En los juegos de Río, España ha igualado in extremis las 17 medallas logradas en Londres 2012 y no hemos obtenido medallas en ciertas disciplinas (por ejemplo el triatlón o la natación sincronizada) donde se daban prácticamente por seguras.

Sin embargo, hay lecturas positivas por todas partes.

Hemos logrado el mejor registro de oros Olímpicos – 7 en total – desde Barcelona 92.

Nuestros deportistas con opciones de victoria han sido más competitivos en los momentos decisivos. Por ejemplo, tanto Mireia Belmonte como Maialen Chourraut alcanzaron el oro en sus respectivas pruebas pese a haber sido segundas en Londres.

Percepción Emprendedora
Imagen cortesía de ElConfidencial.com

El deporte femenino gana terreno con súper campeonas como Mireia Belmonte, Carolina Marín, Maialen Chourraut y Ruth Beitia, sumando casi la mitad de los diplomas y medallas frente a menos de un tercio en Barcelona 92.España ha logrado 37 diplomas Olímpicos, 8 más que en Londres 2012 y algo por encima de lo conseguido en Pekín.

Como pudes ver, el que no se consuela es porque no quiere.

Todo es cuestión de percepción. El vaso está medio lleno o medio vacío. Todo depende del color del cristal con que se mire. Utiliza la frase que más te plazca, pero básicamente el mensaje es que todo se puede enfocar desde un ángulo positivo y esperanzador pese a que la propia naturaleza del deportista de élite – como el emprendedor – es competitiva y perfeccionista lo que lleva a enfocarse más en los errores y sacar punta del fracaso.

Considero que en el emprendimiento – igual que en el espíritu Olímpico – conviene resaltar más nuestros logros y reconfortarnos en aquello que hemos sido capaces de hacer (sin caer en la complacencia, claro) en lugar de recrearnos en nuestros tropiezos y flagelarnos por todo aquello que todavía no hemos conseguido.

Recuerda que es una carrera de fondo – una montaña rusa emocional – y si solamente nos flagelamos a nosotros mismos por todo aquello que no hemos conseguido todavía no nos quedarán fuerzas para seguir en la carrera.

Conclusión

Y ahí lo tienes, querido Lector.

Cuatro similitudes – cuatro lecciones, si me lo permites – que podemos extraer los emprendedores del espíritu Olímpico.

A ver si al final hasta me va a gustar el deporte…