El Plátano y José Luis Perales: Cuando creer es poder

Todos hemos oído la frase “querer es poder”, y desde luego querer algo es el primer paso para conseguirlo. Pero te voy a decir una cosa: hace falta algo más.

No basta con querer algo para conseguirlo, sino que además debemos creer ciegamente en nuestras posibilidades para alcanzar el objetivo en cuestión y – evidentemente – echarle las horas y el esfuerzo necesario.
Creo que la distinción entre “querer algo” y “creer en nuestras posibilidades de conseguir algo” es absolutamente fundamental para el éxito no sólo en tu actividad de marketing online sino en muchos otros aspectos de la vida.
La historia que te voy a contar a continuación me ha demostrado nuevamente la estrecha relación entre creer y poder.

Creo que he mencionado alguna vez que tengo dos hijos – mellizos de ocho años – pero lo que quizás no sabes es que son unos auténticos fanáticos del fútbol.
Son capaces de ver cualquier partido en la televisión (segunda división, regional, ligas internacionales…), no salen de casa sin un balón bajo el brazo por si se tercia la ocasión, solamente les interesan los juegos de fútbol en los cacharros electrónicos y compiten en una liga regional con el equipo de su colegio.
Hace ya algunos meses – con el objetivo de conseguir que los niños se acostumbraran a desayunar fruta – les aseguré que si tomaban un plátano a primera hora de la mañana antes de los partidos jugarían mucho mejor.
Y no mentía (del todo): bien es sabido que el plátano tiene una combinación perfecta de energía con vitaminas y minerales , aunque la relación de causalidad entre tomarse un plátano y acto seguido jugar bien al fútbol por es inexistente (es una de las falacias comunes, post hoc ergo propter hoc, que expliqué en este artículo).
Lo curioso es que el primer día que me hicieron caso y se tomaron el plátano (cuesta mucho acostumbrarles a tomar fruta a estas edades, y más aún a primera hora de la mañana) jugaron como los ángeles. Los dos. Goles, asistencias…Impresionante.
Seguro que fue una casualidad – y su buen juego ese día tenía poco o nada que ver con el pedacito de plátano – pero ellos estaban convencidos de que era la causa principal. Ese día, mis hijos no solo querían jugar bien sino que creyeron firmemente que lo harían porque habían desayunado un plátano.
Claro, ante semejante espectáculo de bueno juego, los demás padres preguntaron a mis hijos si habían estado entrenando más de la cuenta a lo que ellos respondieron que no; simplemente habían desayunado un plátano (dando por hecho que eso lo explicaba todo).
Desde entonces, cada jornada de liga, los demás papás de la liga infantil – esos “padres coraje” que llevamos a nuestros hijos a los partidos cada fin de semana llueve, nieve o truene – preguntan a mis hijos si se han tomado el plátano. Y lo más increíble de todo es que la técnica NO FALLA; como se les olvide tomarse el plátano un día, o no queden plátanos en casa, juegan mal.
Para reforzar este efecto de “creer es poder”, recientemente cuando nos dirigíamos a jugar un partido les puse en el móvil una vieja canción de José Luis Perales llamada Los Guerreros (Álbum Sueño de Libertad, 1987). 
La canción trata sobre el esfuerzo, la competitividad y la deportividad en el entorno futbolístico, y me la ponía a mí mi padre de pequeño cuando me llevaba él a mí a los partidos.
Es de esas canciones que te hacen sonrojar por lo rematadamente hortera que es, pero tiene frases bonitas (especialmente para niños de ocho años). La letra dice así:
Estamos aquí, somos amigos y venimos a jugar.
Tú nos dirás que hay que hacer, porque venimos a ganar.
Somos guerreros y venimos decididos a luchar.
Yo quiero decir que la victoria no es tan fácil de lograr,
que hay que dejarse la piel para poderla alcanzar.
Somos amigos, al fin, lo importante es jugar.
Somos guerreros y venimos decididos a luchar.
VENCEREMOS, VENCEREMOS, QUEDAREMOS LOS PRIMEROS,
RESPETANDO AL COMPAÑERO Y SU COLOR.
BUSCAREMOS EL MOMENTO, COMO MARCA EL REGLAMENTO,
PARA ALZARNOS EN VICTORIA CON UN GOL.
Estamos aquí, somos amigos y venimos a jugar.
Tú nos dirás que hay que hacer, porque venimos a ganar.
Somos guerreros y venimos decididos a luchar.
Yo quiero decir que en el trabajo cada día hay que empezar,
que siempre se puede aprender y nunca se llega al final,
Somos amigos al fin, lo importante es jugar.
Somos guerreros y venimos decididos a luchar.
ESTRIBILLO (BIS)
Si después de leer esto te queda algo de curiosidad, puedes escuchar la canción aquí:
Cuando le expliqué a los demás padres del equipo que ponía a mis hijos música de José Luis Perales antes de un partido de fútbol a efectos de motivación, en lugar de otros grupos más cañeros como por ejemplo Metallica o AC/DC, no daban crédito.
¿Pero sabes qué? Cuando mis hijos desayunan plátano y además escuchan Los Guerreros de José Luis Perales antes de los partidos, juegan sensacional.
Este pasado sábado, sin ir más lejos, marcaron tres golazos entre los dos e hicieron un partido soberbio. No falla.
Creer es poder.
Hay una serie de rutinas, casi supersticiones, que nos predisponen a conseguir aquello que nos proponemos: un efecto placebo que psicológicamente condiciona nuestras posibilidades de éxito.
No basta con querer hacerlo, sino que además debemos creer ciegamente en nuestra capacidad para lograrlo y fomentar aquellos hábitos que nos convencen de nuestras posibilidades.
Conozco emprendedores que recitan mantras a primera hora de la mañana o que absolutamente necesitan practicar 10 minutos de yoga nada más despertarse para que su día funcione; o más bien para creer que su día va a funcionar. Y cuando no lo hacen, generalmente las cosas no salen tan bien o al menos ellos se fijan en lo que no ha ido tan bien y lo achacan a ese hábito que se han saltado…
No soy fan de las supersticiones, pero sí soy fan de los hábitos que nos predisponen a poner el empeño y hacer el trabajo que se requiere para triunfar..
Y en este sentido seguiré dando a mis hijos plátano antes de cada partido y – muy a pesar de los demás papás – seguiré poniendo en la radio esa canción de José Luis Perales a todo trapo mientras nos dirigimos al campo.

Pruébalo, y dime qué tal.