Paul Graham es un emprendedor vinculado a empresas tecnológicas desde hace más de 15 años. En 1995 fundó Viaweb, una de las primeras aplicaciones web que posteriormente fue adquirida por Yahoo, y en la actualidad es socio de la incubadora de negocios Y Combinator. Recientemente leí un magnífico artículo de Paul en el que esbozaba los principales aspectos a tener en cuenta para crear una startup tecnológica sin morir en el intento. El artículo completo titulado ‘Cómo Son Realmente Las Startups’ puede consultarse aquí, pero me gustaría resumir a continuación los 10 puntos que personalmente me parecen más acertados.
Escoge bien a tus socios. Parece una obviedad, pero en gran medida tus probabilidades de éxito estarán directamente ligadas a la relación que tengas con tus socios. Todo socio tiene sus puntos fuertes y sus puntos débiles, y esto no lo vas a poder cambiar, pero si quieres tener éxito debes asociarte con profesionales (con sus defectos y sus virtudes) en la que puedas confiar plenamente. Es muy posible que durante la vida de tu startup la relación que mantengas con tus socios sea más estrecha que la que mantienes con tu pareja, familia o amigos. Ten esto muy en cuenta, porque tiene muchas implicaciones.
Una startup invade todos los aspectos de tu vida. Crear una empresa tecnológica implicará que, en mayor o en menor medida, cada minuto del día y cada día del año estarás pensando en el proyecto ya sea de forma consciente o inconsciente. Deberás estar preparado para tomar decisiones difíciles y realizar sacrificios notables, porque no se trata de un trabajo ‘normal’ del que puedes desconectar plenamente cuando sales de la oficina. Según mi propia experiencia, lo más parecido a construir tu startup es tener un hijo, por muy extremo que pueda sonar esto.
Será una montaña rusa emocional. En cualquier empresa propia, y especialmente si ésta es de carácter tecnológico donde debido a la propia naturaleza del sector los hechos suelen producirse a un ritmo frenético, habrá momentos buenos y momentos malos. Los momentos buenos serán muy buenos, y los malos serán muy malos afectándote personal y psicológicamente. Además, pueden pasar días o incluso horas entre un momento bueno y un momento malo. Ergo, montaña rusa.
La clave; la persistencia. Otra obviedad que suele ser más difícil poner en práctica, aunque comprendamos perfectamente la teoría. No hay que tirar la toalla, hay que saber venirse arriba en momentos malos y utilizar los pequeños hitos como bombonas de oxígeno para recorrer el camino hasta el final. Independientemente de cuál sea este final.
Un poquito de todo. En un entorno de trabajo óptimo, una persona se ocuparía de una cosa y otra persona se ocuparía de otra en función de sus capacidades. Lo más probable es que en tu startup – al menos durante las primeras etapas – no dispongas de recursos suficientes para ocuparte únicamente de lo que te guste, y tendrás que hacer un poco de todo.
Empieza con algo mínimo. Porque los pequeños hitos son cruciales para afrontar el camino, no quieras hacerlo todo perfecto a la primera. Lo importante es dar el primer paso, y posteriormente seguir caminando; corrigiendo los errores cometidos y mejorando el producto o servicio en iteraciones sucesivas.
Escucha a tus clientes. No te encierres en una burbuja; los consumidores de tu producto o servicio, tus clientes, rara vez van a reaccionar como tú esperas y en todos los casos debes escuchar atentamente lo que te transmiten y estar dispuesto a ser flexible.
Se flexible. Por muy buena que sea tu idea, por muy trabajado que esté tu plan de negocio, debes saber cuándo es el momento de cambiarlo. Sobre el papel es relativamente sencillo realizar un planteamiento atractivo, pero una vez puesto en marcha el proyecto surgen dificultades y realidades que pueden hacer estragos en tu enfoque inicial. Debes de estar preparado para ello.
No te centres de forma obsesiva en tu competencia. Muchas startups tienen una fijación cuasi-patológica con lo que hace o deja de hacer su competencia, o más bien con aquellas empresas que perciben de forma subjetiva como competidores. La realidad es que los mercados evolucionan rápidamente, y la competencia suele venir de donde menos te la esperas, por tanto lo óptimo es centrarte en tu proyecto y no dar la espalda a lo que hace el resto del mercado pero tampoco obsesionarse con ello.
La suerte juega un papel crítico. Dicho todo lo anterior, puedes hacerlo todo perfectamente y no tener suerte. Las startups que tienen mucho éxito muy pronto suelen atribuir este éxito a sus propios méritos, mientras que las que fracasan suelen achacarlo a su propia ineptitud. Sin embargo, tanto los éxitos como los fracasos, muchas veces los decide la suerte.