No Te Preocupes Antes De Tiempo

Durante generaciones (desde aproximadamente el año 470 a. C.), millones de niños de todo el mundo han aprendido valores universales como la paciencia, la honestidad o la perseverancia a través de las fábulas de Esopo.

Existen pocos datos probados irrefutablemente sobre la biografía de Esopo (muchos historiadores incluso cuestionan si el fabulista griego realmente llegó a existir), pero lo que sí está claro es que cuando uno lee una de sus fábulas siempre obtiene una valiosa lección o moraleja.

Muchas de estas moralejas, dicho sea de paso, son perfectamente aplicables en el terreno del marketing digital.

No Te Preocupes Antes De Tiempo

Sin embargo, no es necesario recurrir a fábulas milenarias o viejos cuentos infantiles para aprender importantes lecciones de marketing online.

Basta con observar nuestra vida cotidiana, y reflexionar sobre aquello que nos sucede para extraer nuestras propias moralejas.

Hoy quiero compartir contigo una de esas “fábulas cotidianas” (con moraleja incluida) que me sucedió hace un par de semanas.

Como sabes, cada semana tienes a tu disposición dos nuevos episodios de mi podcast de marketing online y negocios en Internet (puedes escuchar el programa gratuitamente aquí).

El objetivo de este podcast (que lleva ya más de medio centenar de episodios en el aire) es ayudarte a construir un negocio rentable en Internet. Y lo hago compartiendo contigo todo lo que he aprendido yo durante 15 años en el sector, así como entrevistando a reconocidos expertos que tienen la gentileza de compartir con la Audiencia sus lecciones más valiosas.

Ahora que lo pienso, podríamos decir que La Academia de Marketing Online es mi propia colección de fábulas y lecciones prácticas de marketing digital : )

Cómo No Preocuparse Antes De Tiempo
A veces, las lecciones más importantes están en nuestra propia experiencia…

Si bien el contenido del podcast es la piedra angular del programa (al fin y al cabo el objetivo número uno del podcast es ofrecer información de alto valor añadido), la presentación de dicho contenido es igualmente importante.

Y en este apartado, la calidad del sonido es un ingrediente fundamental. Puedes tener el mejor podcast de marketing digital y negocios en Internet, pero si la Audiencia no te oye no servirá de mucho.

El caso es que el otro día, cuando me disponía a grabar una entrevista para el podcast con uno de los invitados más importantes hasta el momento, escuché un extraño sonido que emanaba desde la pared; algo que comenzó como un sutil gorgoteo esporádico, desencadenando en un torrente continuo como si las Cataratas del Niágara se hubieran trasladado al interior de mi pared.

Vale. Exagero un poco, pero se oía mucho. Y el ruido parecía surgir concretamente de un viejo radiador que está situado (y aquí no te exagero ni un pelo) a escasos 50 centímetros del micrófono ultra-sensible que utilizo para grabar el podcast.

Oops. Faltaban 30 minutos para la crucial entrevista, y yo con estos pelos.

Bajé corriendo las escaleras de dos en dos (para haberme partido el tobillo) en busca del conserje del edificio. Según lo previsto, el hombrecillo estaba barriendo el descansillo (silbando el himno del Real Madrid, creo recordar) completamente ajeno a mi nivel de estrés que aumentaba exponencialmente según se acercaba la hora de mi crucial cita con el Skype.

El buen hombre me explicó que habían puesto en marcha la calefacción central del edificio ese mismo día, y que el ruido en mi radiador podría deberse a que había quedado aire atrapado en el circuito. La solución era “purgar” el radiador, para lo que se necesitaba una llave que yo no tenía (y el portero tampoco. O al menos eso me dijo).

Subí corriendo las escaleras (nuevamente de dos en dos, como para tentar a la suerte) y revolví una vieja caja de herramientas sacando todos los artilugios que parecían capaces de sujetar y hacer girar la tuerca del radiador.

Evidentemente ninguna de esas herramientas estaba diseñada para llevar a cabo el famoso “purgado” del viejo radiador, así que el resultado de la magistral operación (no del todo inesperado) fue una tuerca partida y una nueva gotera en la válvula del radiador. Además del ruido que ya teníamos.

Cómo No Preocuparse Antes
Muy bien. ¿Pero y si tu radiador tiene 40 años y todas las tuercas están oxidadas?

Quedaban 10 minutos para la entrevista, y mi solución para grabar el programa sin que mi invitado pensara que estaba metido en la ducha fue literalmente forrar el radiador de toallas. Pero no de una, ni dos, ni tres… Utilicé al menos 10 ó 12 toallas para envolver el radiador en una especie de enfoscado, no de hormigón sino de toallas de baño.

La cosa aguantó y el sonido prácticamente desapareció, así que pude grabar el programa aunque hacia el final de la entrevista la cosa empezaba a oler a chamusquina porque el calor del radiador estaba empezando a quemar la primera capa de toallas.

El ruido continuó todo el viernes, y yo estaba mentalmente abatido: ahora que mi podcast de marketing online iba tan bien (100.000 descargas, ¡viva!) tenía que dejar de grabar o asumir el riesgo de quemar la casa dos veces por semana.

Ese fin de semana fue una auténtica agonía.

Compré todo tipo de herramientas, llamé a varios fontaneros, pasé horas en Internet aprendiendo a reparar radiadores y – sobre todo – hice todo tipo de planes para trasladar mi “estudio de grabación” a un lugar que no sonara como las Cataratas del Niágara.

Asumí que todo iría a peor, y que naturalmente el ruido seguiría allí el lunes por la mañana cuando volviera. Yo mismo magnifiqué el problema, ampliándolo a una tragedia de proporciones bíblicas que sin lugar a dudas acabaría con mi podcast. La Academia de Marketing Online estaba acabada, yo estaba acabado.

No se me ocurrió pensar que quizás el problema se arreglaría sólo, tan repentinamente como surgió.

Y eso es precisamente lo que sucedió.

El lunes por la mañana, después de un fin de semana agotador luchando mentalmente contra fantasmas imaginarios, abrí la puerta del estudio de grabación con cautela y no había ruido. La calefacción central había tardado tiempo en arrancar, y el agua caliente había tardado 24 horas en recorrer todos los circuitos de radiación, pero ya no había ruidos.

Oscar, querido, ¿te has vuelto loco? ¿Qué narices tiene que ver esta historia de tu radiador con el marketing online?

¡Tiene todo que ver, querido Lector!

¿Cuánta gente no crea un blog porque antes de empezar le preocupa cómo va a instalar sus formularios de e-mail marketing?

¿Cuánta gente no crea una tienda online, porque antes de empezar eso de conectar la pasarela de pago suena tremendamente complicado?

¿Cuánta gente no crea un canal en YouTube, porque antes de empezar no tiene focos de iluminación o una pantalla Croma Key profesional?

¿Cuánta gente nunca lanzará su podcast, porque antes de empezar no sabe qué micrófono comprar ni si editará sus audios con Audacity o con Garage Band?

La moraleja de esta historia, mi querido Lector, es que las limitaciones están en nuestra propia mente.

Como me habrás oído decir una y mil veces en el podcast, los que triunfan en marketing online son los que pasan a la acción aún sin tener todas las piezas controladas desde el principio.

Inevitablemente surgirán problemas, y tendremos que aprender a solucionarlos, pero no tiene sentido amargarse la vida antes ni perder fuerzas luchando contra esos fantasmas antes de que se manifiesten.

Consejos Para Empezar En Internet
Imagen cortesía de thinkpozitive.com

No te ahogues en un vaso de agua. No te sofoques por problemas que todavía no existen, o que no son tan graves como pensabas, o que no toca solucionarlos ahora.

Te recomiendo que aprendas lo que necesites saber para sacar adelante tu proyecto en Internet, en la cantidad que necesites, cuando lo necesites. Y no antes. El exceso de información – independientemente del nivel en el que te encuentres – puede ser tan malo como la falta de información.

Céntrate en la próxima tarea, y aprende a hacerlo. Si todavía no has creado tu blog, no te preocupes si no sabes crear un podcast.

Créeme, cuando llegue el momento aprenderás o encontrarás la forma de hacerlo.