¿Qué vale una compra?

Cuando en 2006 Google decidió pagar 1,65 billones de dólares por YouTube, por aquél entonces una start-up con 18 meses de vida y sin apenas ingresos, muchos observadores calificaron la valoración como un auténtico despropósito que encarecería artificialmente subsiguientes operaciones en el sector.

Recientemente, en el transcurso del proceso judicial contra YouTube iniciado por Viacom en 2007, el Consejero Delegado de Google desveló que en su día valoró la compañía en 600-700 millones de dólares y así se lo comunicó al Consejo de Administración. Justificó la colosal prima de casi 1 billón de dólares de la siguiente manera:

– YouTube estaba creciendo muy rápido, mucho más rápido que Google video.

– YouTube había indicado a Google que la empresa sería adquirida, y que tenía más pretendientes.

– Google interpretó que esos pretendientes estarían dispuestos a ofrecer una prima considerable con tal de no ver caer a YouTube en manos de Google.

– Google, por tanto, debía adelantarse a los demás posibles compradores pagando una prima aún mayor para hacerse con el control de YouTube y participar en su posterior crecimiento.

3 años después, YouTube sigue creciendo. Ha pasado de tener 12 millones de usuarios únicos en mayo de 2006, a más de 100 millones de usuarios únicos sólo en los Estados Unidos. Cada minuto, estos usuarios suben más de 10 horas de vídeo a YouTube cuyo coste marginal de almacenamiento tiende a caer con el tiempo. Sin embargo, Google continua inmerso en un complejo proceso judicial con Viacom por la violación de derechos de autor en su sitio de vídeos, y parece que la Compañía todavía no ha dado con la fórmula para hacer que YouTube sea rentable.

Debatir si Google pagó demasiado por YouTube, a tenor de las declaraciones de su Consejero Delegado, es como debatir si el Real Madrid pagó demasiado por Cristiano Ronaldo. Queda claro que en este tipo de negocios un factor determinante en el precio final de adquisición depende del valor – monetario, directo, intangible y coste de oportunidad – que la compañía puede aportar al comprador.